Un tío bueno va por la calle y mira de soslayo a una pava cualquiera porque el sol no le deja abrir los ojos más; esa miradita entre-cerrada ella la interpreta como una demostración de que le ha gustado al cañón, así que sonríe mirando distraidamente a un señor que va de paseo con un señora esposa; él hombre lo interpreta como un gesto de coqueteo por parte de la chica y se pone a pensar que aún no lo tiene todo perdido y que podría ligarse a una treinteañera mientras mira interesantonamente a una veinteañera, la cual, mosqueada con la mirada de lo que ella piensa, un viejo verde, mira cabreada a una mujer de mediana edad con la que se cruza; la mujer sigue su camino pensando que la enana esa seguramente tendrá celos de lo estupendísima que esta y mira con cara de autoafirmación a un niñato; el puberto al ver esa cara se acuerda de que su madre le ha castigado y que tiene que llegar a casa antes que ella, así que empieza a andar más rápido mientras mira con cara de culpabilidad a un paga-fantas de tipo estandar; el pringao se ralla porque piensa que el teenager le ha hecho algo y empieza a revisarse la espalda para ver si tiene algo pegao mientras mira con cara de resignación a una pivonaza con la que se cruza; la diosa sigue su camino reafirmada en su belleza mientras se acerca especialmente sonriente al tío bueno de antes y le da un beso mientras ambos cierran los ojos.
Y es que chicas, cuidadito en como miráis al personal a ver si se van a pensar lo que no es, o peor aún, lo que sí es.
Para la liberada Tuquis.
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