Nuestra interesante historia de amor empezó cuando una pareja de treinteañeros te conoció y después de pasar el día contigo, ella le dijo a él "Si tenemos que veranear en Galicia, tiene que ser en este pueblo". Y esa frase cambió mi vida para siempre.
Hará como 31 años aprox. que mis, por entonces, regordetas piernas anduvieron por primera vez por tu paseo marítimo. En tus callejones aprendí miles de juegos, como el bote por la calle del Cruceiro, a montar poco lucrativas tiendas en las escaleras del Maricielo, a trepar por los toldos de tela, a la máquina de los coches (que cabrón era el verde que al principio nos ganaba siempre), a tirarme faroles jugando al mus........... En tus plazas conocí a la mayor parte de mis aun íntimas amigas (íntimas tuyas también), en mi maravillosa casa de la pista aprendí a usar una reflex, a revelar fotos y a tocar la guitarra, en tu antiguo puerto aprendí a montar en moto (en la miticaza Joe roja, of course), me fumé mi primer piti y me tomé mi primer whisky pajita en mano, también por tus calles me dieron mi primer beso (y alguno que otro más también, para que voy a negarlo); tus veranos siempre empezaban tranquilos a mediados de junio, empezando a animarse en tus julios, asalvajandose en tus agostos y uniendo a los rezagados de las diferentes pandillas en una sola en tus interesantes septiembres.
Al principio, aunque a mi personalmente me divertía más la Carabujera, cuando bajabamos a tu playa grande, sabíamos perfectamente qué toldo (con sus sillas acandadas en las columnas) era de cada familia, así que siempre podíamos localizar fácilmente a todo el mundo, luego cambiaron aquellos maravillosos toldos de telas de colores por unas horrorosas sombrillas de plástico, así que las familias empezaron a bajar con sus propias sombrillas a la playa y colocarse aproximadamente donde solían estar sus toldos (el primer año fué un caos encontrar a la banda por la increiblemente fina y blanca arena), y luego con la masificación llegó el éxodo a esa otra playa, aun más grande, y más bonita que cualquier otra en el mundo, donde hemos acabado todos también encontrado nuestro sitio donde plantar las toallas (el nombre no lo digo que estoy harta de que cada año venga más gente a invadir NUESTRA PLAYA, jajaja), lo mejor, aquellos primeros viajes a aquella playa en el Vitara rojo que, inexplicablemente, se calaba todo el rato.
Ayer, un año más, he tenido que dejarte otro invierno a tu suerte (cada vez que me voy te me desmelenas, como aquel fatídico año en el te cambiaste el puerto) y como dice la canción, nunca te podré decir adiós.
UN DÍA MENOS PARA VOLVER A TI!!!!!!!!
El de esta semana me lo autodedico por hacerme esta semana (el martes, para los olvidadizos) un año más mayor (la temible balde black list esta preparada, jajaja). Y para la otra cumpleañera mi prima Emma.
Ana,
ResponderEliminarCuantos recuerdos!! Con la lágrima en el ojo me tienes.
Un beso, Helen
Ay jellen!! Algún día caerá uno de anécdotas salvajes, sin dar nombres eso si!! Jaja
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