viernes, 7 de marzo de 2014

A quien madruga la montaña le ayuda


Para una de las pocas cosas en la vida por las que madrugo voluntariamente con una sonrisa de las que se salen de la cara es, para esquiar...

Y eso que me levanto para ir a pasar frío al paisaje más inhóspito del mundo (la montaña), y, aunque voy con ropa preparada para ello, paso frío igual. Encima, el modelito de tan apasionante actividad es bastante incomodo, y sinceramente, a mi me sienta fatal, los pantalonciños plasticosos (comprados varias tallas grandes por si engordo, así que dentro de ellos podría bailar al estilo Sakira sin que se percibiera movimiento alguno desde fuera), la sudadera/forro polar que jamás me pondría en otras circunstancias, el casco (con el cual parezco un Chupa-chups de nata y fresa), las gafas de ventisca que me tapan toda la cara dejando asomar mínimamente mi naricita cual botón de dibujo animado), las botas de esquiar con las cuales, al andar parecemos Forrest Gump antes de que empezase a correr...
Ya no te digo cuando yendo a pistas vas con el guante de astronauta colgando, cargando con el ski a duras penas (a mi siempre se me desmanganilla), mientras se te cae el moco del frío que hace fuera con el calor que estás pasando con el ejercicio, los bolsillos de la chupa y de los pantalones llenos de cosas, el momento cola en el telesilla en la cual los niños te pisan el esquí y no puedes avanzar, que ya de por si es complicado porque vas dejándote el hombro con los palos rema que te rema, y.... el frío que puede hacer una vez subido???
       Ayyy el telesilla, 

el mejor momento para hacerte sesión de fotos y colgarlas en el facebook y así darle envidia al personal, eso si, que no se te caiga el palo por la montaña como le pasó a una servidora, que 5 minutos después acabó a 4 patas por las laderas para recuperarlo mientras la gente que la veía desde el telesilla le ladraba, silbaba y ofrecía Dog Chow a mala leche. (por si os lo preguntáis, no! no hay momento gráfico de tan maña hazaña).

Pero todo esto me compensa en el momento que empiezo a deslizarme por la montaña y empiezo a coger velocidad sintiendo el viento en la punta de la nariz (que es la única parte de mi cuerpo que suele estar al aire) con el único sonido de los esquís deslizándose por la nieve.

Para mis compis de ski del finde: Patri (la que me enseñó que mola mucho esquiar sola), Peribañez (que siempre me espera con una sonrisa) e Ines.

Para las que, hace 3-4 años, me descubrieron este deporte con una paciencia de Job en mi primer día de esquí que no se separaron de mi: Jellen, Inés, Coti, Sandra y Natalia.

NATALIA!!! 
toda la fuerza que acumule en la montaña 
(que está siendo mucha) sabes que es tuya, 
no veo el momento de repetir esquiada contigo!!!!


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